Hoy quiero hablarte de un concepto que para mí es básico para la buena salud emocional de tu hijo, el acompañamiento emocional, dicho de otra forma, acompañar emocionalmente a tu hijo. Este fue uno de los grandes descubrimientos entre muchos otros recursos que me acompañan en el día a día.
Te contaré en qué consiste y cómo puedes acompañar a tu hijo en los momentos de tormenta emocional, de enfado, de rabia o de frustración ante algún problema que tenga. Si lo aplicas siguiendo los pasos que te voy a explicar verás que funciona y además te ayudará a mejora la comunicación con él, independientemente de la edad que tenga.
Para saber como acompañar emocionalmente a tu hijo, comenzaré desde el principio, te cuento:
¿Qué es acompañar emocionalmente?
Es apoyar, acompañar, crear un vínculo cercano y de seguridad donde el niño pueda expresar y exteriorizar como se siente sin realizar juicios por parte de los adultos y respetando su proceso de la vida.
Para que el acompañamiento emocional a tu hijo sea correcto debe de haber:
- Comprensión desde la mirada de tu hijo.
- Reconocimiento, confianza, cariño, amor, respeto y aceptación.
- Revisión y reflexión de nuestras pautas educativas heredadas de nuestros padres.
- Responsabilidad por encima de la obediencia. Es una relación horizontal entre tú como adulto y tu hijo, no hay subordinación, es decir no es una relación vertical.
- Esto conlleva la aceptación de que cada uno tiene unas responsabilidades y unos derechos de autonomía y exploración.
Debes de tener en cuenta las necesidades de tu hijo según su etapa de desarrollo:
- Necesidad de protección y seguridad, de autorregulación, de movimiento, de pertenencia y de vínculo, de construir una imagen positiva de sí mismo, de realización de uno mismo, de amor, de presencia del adulto, de juego libre, de confianza mutua, de dejarle ser niño, de paciencia y comprensión, de descubrimiento, de reafirmar su yo a través del no, de acoger la emoción, de confianza, etc.
¿Cómo puedes acompañar?
Te sugiero que sigas estos pasos:
1. Conecta con él y acompaña mientras expresa su rabia, enfado.
Con eso quiero decirte que le prestes atención, le respetes y le escuches para dar apoyo aunque se esté comportando mal.
En ese momento de estallido emocional que está pataleando debes de vigilarle y protegerle para que no se haga daño, no dañe a nadie y tampoco a nada. Durante la tormenta emocional su cerebro no está activado para razonar por lo cual una vez pasados los gritos, el lloro y la pataleta y se haya calmado es momento de utilizar la lógica y hablar de lo que ha pasado.
Comparte la experiencia con él, acompañarle en ese momento tan difícil ya que necesita sentirse comprendido y esto no significa ser permisivo y dejarle hacer lo que quiera.
Mediante la conexión puedes ayudar a aliviar su momento de frustración, calmarle y así él nota tu amor y aceptación aunque no te gusten sus reacciones. Esta conexión calma el sistema nervioso, alivia la reactividad y le prepara para escuchar, aprender y tomar sus propias decisiones.
Esto hace que él comience a recuperar el control de sus emociones, de su cuerpo y la percepción de sí mismo. Además, construye su cerebro aumentando su capacidad para las relaciones, el autocontrol y la empatía. De esta manera él sabe que estas a su lado tanto en los buenos momentos como en los que se comporta mal o está descontrolado.
Así, poco a poco con tu apoyo sabrá como autocontrolarse.
Ahora, te voy contar como puedes conectar con tu hijo, pero para ello antes debes dejar a un lado los miedos y fantasmas de las experiencias pasadas y no dejarte llevar por los del futuro. Sólo céntrate en lo que quieres transmitirle o enseñarle en ese momento.
” Deja de lado los miedos y las expectativas y céntrate en lo que quieres transmitir en ese momento”
Para mejorar esa conexión transmite consuelo poniéndote al nivel de sus ojos. También puedes acercarte, ponerle la mano en el brazo, masajearle la espalda, cogerle de la mano. En definitiva, un contacto cariñoso, terminando con un abrazo. Utiliza la comunicación no verbal adecuadamente (no cruces los brazos, no menees la cabeza, no pongas los ojos en blanco…).
Dile frases como: “Estoy contigo”, “Tienes mi apoyo. Incluso cuando estás enfadado y no me gusta tu manera de actuar, te quiero y estoy a tu lado”, “Entiendo que lo estas pasado mal, yo te apoyo”, “Veo que estas enfadado y te resulta difícil estar quieto. Te ayudaré”, “Te comprendo. Se lo que sientes”.
Habla poco y escúchale, nada de sermones, ya que cuando está emocionalmente activo no le beneficia. Refleja lo que oyes, céntrate en lo que te está contando y acompáñale en sus emociones. Puedes decirle “Lo sé cariño, lo sé. Estas enfadado”.
2. Reenfoca y habla de lo que ha sucedido.
Para que sea efectivo, no te olvides, primero tienes que conectar con él. Cuando él hace algo que consideras que no debería de hacer, reenfoca. Es decir, una vez que este calmado, comienza una conversación siguiendo estos pasos sin saltarte ninguno:
- Enfócate en lo que quieres enseñarle y no en el castigo que quieras aplicarle. Como te he comentado anteriormente espera que él esté preparado, es decir, que no esté lleno de ira, muy enfadado o muy enfurruñado, porque entonces su cerebro no estará preparado para escucharte.
- Se coherente y flexible. No le des órdenes ni le exijas. Este momento es importante, debes utilizar pocas palabras y frases cortas como por ejemplo “Cariño, veo que te ha enfadado marcharnos del parque, te puedes enfadar y llorar, pero no pegarme. Si pegas me haces daño y eso no está bien”.
- Vete describiendo la situación. El objetivo que tienes es implicarle, en lugar de criticar y atacar, pero no prediques ni sermonees.
- Inicia con él un diálogo reciproco y colaborativo adaptado a su edad. Cuando le implicas, se siente respetado y como consecuencia trabajareis en equipo y estará más abierto a cooperar e incluso a encontrar soluciones. No utilices un “no” rotundo. Si lo utilizas con una voz muy seria puede que se ponga en forma reactiva, en estado de alerta y en el cerebro la reactividad puede suponer un impulso de lucha, huir o quedarse quieto.
- Subraya lo positivo, céntrate en lo que quieres conseguir enseñarle en vez de destacar la conducta negativa. Por ejemplo, en lugar de decir “deja de lloriquear”, puedes decir “me gusta más cuando hablas con tu voz normal” o “pídelo otra vez, pero con tu voz fuerte de chico mayor”.
- Ayúdale a reflexionar. Habla con él de lo que ha sucedido, de lo que ha sentido y que puede hacer la próxima vez que se encuentre en la misma situación, que palabras puede utilizar y enséñale a realizar la respiración abdominal. Dependiendo de la edad que tenga, pregúntale que ha aprendido de esa situación.
- Resumiendo, como te he comentado anteriormente es importante escucharle con atención para poder conectar y dedicale tiempo. Para escuchar y aceptar sus sentimientos cuando te está explicando algo que le ha pasado, también puedes utilizar expresiones como “Oh” “Mmmm” “Ya veo”. A veces no tenemos que decir nada, sólo necesita que le escuches y comprendas. Estas expresiones unidas a una actitud positiva le ayudan a que explore sus propios pensamientos y sentimientos e incluso encuentre su propia solución. Al escucharlas se siente consolado porque has reconocido la experiencia interna que ha vivido o está viviendo. También puedes optar por decirle, “Vaya, sí que estas enfadado”, “Esto ha debido de ser una decepción para ti”, “Me doy cuenta que no te agradó mucho su comportamiento”, “Dile lo que quieres con palabras, no pegandole”, “Entiendo cómo te sientes”.
Los niños cuando se sienten bien se comportan bien. Para ello tienes que ayudarles a validar sus sentimientos, a ponerles nombre. Dependiendo de la edad que tengan no saben expresar como se sienten o explicar lo que les ocurre y lo hacen a través de su comportamiento. En algunos padres hay una tendencia a cuando su hijo se porta mal a no hacerle caso, a ignorarlo, pensando que ya se le pasará.
Desde mi experiencia con los niños puedo decirte que si empatizas con tu hijo, habrá cooperación. Entiendo que puede que a veces sientas que tus comentarios o explicaciones tranquilizadoras no sirven con él y tú te agotas.
Pero sabemos que una respuesta empatica es mucho más consoladora. Te sugiero que la próxima vez que tu hijo se sienta mal, te pongas en su lugar e intentes sentir lo que siente él. Al principio uno se puede sentir hasta incómodo o extraño, por la falta de costumbre, todo es cuestión de práctica.
Si eres consciente que quieres ayudarle a validar sus sentimientos y emociones, lo conseguirás y además él sabrá que cuenta contigo y tu apoyo, se abrirá a hacerte participe de las cosas que le ocurren y disminuirán el número de discusiones entre vosotros.
¿Te animas?
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Disfruta y se ejemplo.
Un abrazo,
Miren
Coach & Mentora de Familias.
Ayudo y asesoro a madres que quieran divorciarse, están viviendo un proceso de divorcio, ya están divorciadas a gestionar emocionalmente su divorcio y a familias reconstituidas. En los distintos casos el objetivo es mejorar y transformar su vida y la educación de sus hijos para mejorar la comunicación con ellos y crezcan felices y seguros de sí mismos.