Como gestionar las rabietas de niños de 2 a 4 años

Hoy voy a hablarte de como gestionar las pataletas o rabietas de niños de 2 a 4 años. En el post anterior te hablé  cuando los niños tienen entre 0 a 2 años, sin embargo hoy quiero centrarme en la etapa siguiente, de 2 a 4 años.

¿Tu hijo se tira al suelo porque le dices “no” a algo que él quiere? ¿Cuando se enfada grita y pega? ¿Sus enfados cada vez son más intensos?

Estas son algunas de las conductas que me contáis algunos padres.

Entiendo que cuando ves alguno de estos comportamientos te suenan todas las alarmas y vas probando distintas formas de actuar y te sientes incluso insegura porque ya no sabes que hacer.

Por eso para que puedas gestionar correctamente las rabietas de tu hijo voy a empezar por el principio, te cuento:

¿Qué es una rabieta?

La rabieta es una forma de descargar una tensión emocional por medio de la rabia o el enfado, de pedir ayuda y de gestionar una frustración.

Por eso es una parte normal del desarrollo infantil, el lloro, la agresividad es la forma de defenderse que tiene frente a un adulto y según va teniendo más recursos y herramientas,  mayor nivel de lenguaje y razonamiento dejará a un lado las rabietas ya que habrá aprendido a defender sus ideas de otra forma.

Por ello no se debe de considerar como algo negativo. Dependiendo del niño las rabietas serán más o menos frecuentes e intensas.

¿Por qué se produce?

Como ya comenté en el anterior post tu hijo necesita ser atendido. A medida que va creciendo su cerebro va madurando hasta que alrededor de los 2 años ya está preparado para hablar, razonar, tener memoria episódica etc.

En el momento que comienza con el lenguaje y el razonamiento ya comienza a tener ideas propias, corre, salta, empieza a utilizar la palabra “yo” cuando se refiere a él. Así que ya disfruta de cierta autonomía y quiere hacer las cosas por sí mismo.

Por ejemplo, no quiere irse del parque porque está contento jugando, pinta la pared porque cree que va estar más bonita, quiere ver sus dibujos animados favoritos y que no le apagues la tele etc. Si le llevas la contraria, eso va provocar un enfado en él, lo que llamamos la rabieta,  porque su deseo es contrario al tuyo y como no entiende lo que pasa entonces tiene un estallido emocional.

Al contrario de lo que se cree, no es malo que tu hijo tenga rabietas, sino que es una fase por la que debe de pasar y esto hará que de mayor se cuestione las cosas y que tenga su propio criterio.

Con esto quiero decirte que un niño que no tiene ideas propias o actúa siempre con miedo a las consecuencias y represalias será un niño que ha dejado de defender sus ideas y ha dejado de ser él para complacer a los demás.

Es importante que tu hijo experimente la realidad. Cuáles son las normas y límites que se establecen en casa, cuáles de ellas debe de cumplirlas y las que puede quebrantar dependiendo de las  circunstancias del momento.

Cuanto más fuertes sean sus rabietas, más va necesitar tu apoyo, cariño y amor, aunque con la rabieta provoque un efecto contrario en ti.

¿Cómo puedes prevenirlas?

1. Comprende que él tiene sus razones, aunque no las entiendas o no las compartas.

2. De vez en cuando permite que haga lo que él quiere hacer, siempre teniendo en cuanta los límites de seguridad.

3. Distrae a tu hijo con otra cosa.

4. Anticipate a las situaciones en las que siempre termina teniendo una rabieta.

Por ejemplo cuando va contigo al supermercado y pasáis por el pasillo de las galletas y  siempre las quiere y no se las vas a comprar. Cuando se queda dormido al montar en el coche, cuando es la hora de marcharse del parque etc.

5. Ten mucha paciencia y se flexible.

6. Olvídate de varias creencias erróneas.

La primera es que si no se soluciona siendo estricta será un mal criado y hará lo que quiera cuando sea mayor.

Y la segunda que si tu hijo grita, patalea, pega o empuja es malo y tienes que cambiarle.

7. Explícale con frases cortas el porqué de las cosas.

Ahora que ya tienes más información sobre las rabietas, voy a contarte,

Como solucionarlo y como acompañarle emocionalmente cuando tenga una rabieta:

Si es pequeño y todavía no habla, pero te entiende:

Puede que tenga una pataleta porque le hayas prohibido algo y tú no sabes lo que pasa por su cabecita.

Lo que puedes hacer es permanecer a su lado y explicarle que lo que le pasa es porque no le entiendes y él a ti tampoco, le puedes decir “me voy a aquedar a tu lado hasta que te sientas mejor y veamos como solucionarlo”.

Esto hará que en el futuro cuando tenga una rabieta se sienta acompañado y reconfortado en ese momento de tormenta emocional.

Cuando está en medio de esa tormenta emocional, si patalea, pega y empuja, mantente a una distancia y vete acercándote progresivamente según te vaya dejando él.

Si tu hijo ya habla puedes seguir estos pasos:

 1. Conecta con él y acompaña mientras expresa su rabia, con eso quiero decirte que le prestes atención, le respetes y le escuches para dar apoyo aunque se esté comportando mal.

En ese momento de estallido emocional que está pataleando debes de vigilarle y protegerle para que no se haga daño, no dañe a nadie y tampoco a nada. Durante la tormenta emocional su cerebro no está activado para razonar por lo cual una vez pasados los gritos, el lloro y la pataleta y se haya calmado es momento de utilizar la lógica y hablar de lo que ha pasado.

Comparte la experiencia con él, acompañarle en ese momento tan difícil ya que necesita sentirse comprendido y esto no significa ser permisivo y dejarle hacer lo que quiera.

Mediante la conexión puedes ayudar a aliviar su momento de frustración, calmarle y así él nota tu amor y aceptación aunque no te gusten sus reacciones. Esta conexión calma el sistema nervioso, alivia la reactividad y le prepara para escuchar, aprender y tomar sus propias decisiones.

Esto hace que él comience a recuperar el control de sus emociones, de su cuerpo y la percepción de sí mismo. Además, construye su cerebro aumentando su capacidad para las relaciones, el autocontrol y la empatía. De esta manera él sabe que estas a su lado tanto en los buenos momentos como en los que se comporta mal o está descontrolado.

Así, poco a poco con tu apoyo sabrá como autocontrolarse.

Ahora, te voy contar como puedes conectar con tu hijo, pero para ello antes debes dejar a un lado los miedos y fantasmas de las experiencias pasadas y no dejarte llevar por los del futuro. Sólo céntrate en lo que quieres transmitirle o enseñarle en ese momento.

Para  mejorar esa conexión transmite consuelo poniéndote  en cuclillas al nivel de sus ojos. También puedes acercarte, ponerle la mano en el brazo, masajearle la espalda, cogerle de la mano. En definitiva, un contacto cariñoso, terminando con un abrazo. Utiliza la comunicación no verbal adecuadamente (no cruces los brazos, no menees la cabeza, no pongas los ojos en blanco…).

Dile frases como: “Estoy contigo”, “Tienes mi apoyo. Incluso cuando estás enfadado y no me gusta tu manera de actuar, te quiero y estoy a tu lado”, “Entiendo que lo estas pasado mal, yo te apoyo”. “Veo que estas enfadado y te resulta difícil estar quieto. Te ayudaré”, “Te comprendo. Se lo que sientes”.

Habla poco y escúchale, nada de sermones, ya que cuando está emocionalmente activo no le beneficia. Refleja lo que oyes, céntrate en lo que te está contando y acompáñale en sus emociones. Puedes decirle “Lo sé cariño, lo sé. Estas enfadado”.

 2. Reenfoca y habla de lo que ha sucedido.

Para que sea efectivo, no te olvides, primero tienes que conectar con él. Cuando él hace algo que consideras que no debería de hacer, reenfoca. Es decir, una vez que este calmado, comienza una conversación siguiendo estos  pasos sin saltarte ninguno:

  • Enfócate en lo que quieres enseñarle y no en el castigo que quieras aplicarle. Como te he comentado anteriormente espera que él esté preparado, es decir, que no esté lleno de ira, muy enfadado o muy enfurruñado, porque entonces su cerebro no estará preparado para escucharte.
  • Se coherente y flexibleNo le des órdenes ni le exijas. Este momento es importante, debes utilizar pocas palabras y frases cortas como por ejemplo “Cariño, veo que te ha enfadado marcharnos del parque, te puedes enfadar y llorar, pero no pegarme. Si pegas me haces daño y eso no está bien”.
  • Vete describiendo la situación, el objetivo que tienes es implicarle, en lugar de criticar y atacar, pero no prediques ni sermonees.
  • Inicia con él un diálogo reciproco y colaborativo adaptado a su edad. Cuando le implicas, se siente respetado y como consecuencia trabajareis en  equipo y estará más abierto a cooperar e incluso a encontrar soluciones. No utilices un “no” rotundo. Si lo utilizas con una voz muy seria puede que se ponga en forma reactiva, en estado de alerta y en el cerebro la reactividad puede suponer un impulso de lucha, huir o quedarse quieto.
  • Subraya lo positivo, céntrate en lo que quieres conseguir enseñarle en vez de destacar la conducta negativa. Por ejemplo, en lugar de decir “deja de lloriquear”, puedes decir “me gusta más cuando hablas con tu voz normal” o “pídelo otra vez, pero con tu voz fuerte de chico mayor”. 
  • Ayúdale a reflexionar. Habla con él de lo que ha sucedido, de lo que ha sentido y que puede hacer la próxima vez que se encuentre en la misma situación, que palabras puede utilizar y enséñale a realizar la respiración abdominal.
  • Resumiendo, como te he comentado anteriormente es importante escucharle con atención para poder conectar. Para escuchar y aceptar sus sentimientos cuando te está explicando algo que le ha pasado, también puedes utilizar expresiones como “Oh” “Mmmm” “Ya veo”. A veces no tenemos que decir nada, sólo necesita que le escuches y comprendas. Estas expresiones unidas a una actitud positiva le ayudan a que explore sus propios pensamientos y sentimientos e incluso encuentre su propia solución. Al escucharlas se siente consolado porque has reconocido la experiencia interna que ha vivido o está viviendo. También puedes optar por decirle, “Vaya, sí que estas enfadado”, “Esto ha debido de ser una decepción para ti”, “Me doy cuenta que no te agradó mucho su comportamiento”, “Dile lo que quieres con palabras, no pegándole”, “Entiendo cómo te sientes”.

Para ayudarle a gestionar su rabia además del acompañamiento emocional, tanto verbal como no verbal también puedes utilizar algunos recursos y herramientas que te dejo aquí.

Cuentos para trabajar la rabia y la ira:

  • Hoy estoy enfadado (Clara Peñalver Jurado, Nune Martinez). Una historia sencilla, dulce y tierna para ayudar a nuestros hijos a gestionar y superar el enfado.
  • La cola del dragón (Mireia Canals). A Javier, le crece una cola de dragón cuando siente rabia.  Todos  tenemos un mal día, que en el caso de Javier empieza con el no de su madre de comprarle más gomas, el juego de moda del momento. Y empieza a sentir rabia, que hace que le salga una larga y verde cola de dragón. Este libro trabaja las consecuencias del autocontrol y la rabia. A través de la mirada de Javier veremos qué pasa si no nos controlamos y juntos reflexionaremos sobre cómo podemos controlarla.
  • Cinco Enfados (Gabriela Keselman). Carlos estaba enfadado con su familia por cinco motivos. Por eso, buscó el nombre de algunas brujas en las páginas amarillas de la guía de teléfonos para que le hicieran un embrujo de los de verdad, pero no todas las brujas estaban dispuestas a colaborar con él.
  • ¡NO! (Tarecy Corderoy). Un pequeño rinoceronte que descubre una palabra nueva y la convierte en su respuesta favorita para todo: “Todo el mundo decía que Rino era encantador, hasta que, un buen día, aprendió a decir NO.

Recursos y herramientas para gestionar la rabia:

  • La respiración. Esta es la herramienta número uno que tienes que enseñarle. Dicen que quien controla su respiración controla su vida. Por tanto, creo que es fundamental saber controlar la respiración desde pequeños, ya que nos ayuda a calmarnos.Te tumbas o te sientas junto a él y le enseñas la respiración abdominal. Para ello pone las manos en su barriguita con los hombros y brazos relajados. Cierra los ojos y se relaja. Cuando inspira siente como su barriguita se mueve hacia dentro y cuando expira siente como la barriguita se le hincha como una ranita. La rabia va desapareciendo mientras va respirando y cuando uno se centra en la respiración el cuerpo y la mente se relajan.
  • Saltar. Es una actividad muy buena para minimizar el enfado cuando tu hijo es consciente de él.  A los niños les encanta saltar y les ayuda a soltar su ira. Además le puedes acompañar en su camino de saltos y cuando lleguéis al final os abrazáis.
  • El monstruo de la rabia. Dile a tu hijo que dibuje en un folio su rabia (con rayas, garabatos..), con lápices de colores, bolígrafo o lápiz. Cuando termine, que le ponga los ojos, la boca, la nariz y si quiere los brazos, las piernas y los pies. Después puede hacer lo que quiera con él, lo puede arrugar, hacer una pelota, romperlo, lo que él prefiera y lo guardará en un bote con tapa. Ese será su bote de los monstruos de la rabia (solo se usará para guardar sus monstruos). Cada vez que  sienta rabia y quiera expresarlo puede dibujarlo y así podrá meterlo en el bote.
  • Garabato del enfado. En un folio con una pintura de lápiz hace un garabato muy rápido y fuerte mientras piensa en el enfado. Mientras, grita fuerte para que su enfado salga de él hacia el dibujo. Cuando acabe cogerá el papel y lo romperá en pedazos para que salga toda su rabia.
  • Tarro de la calma. Es un frasco para poder controlar las rabietas y los nervios de tu hijo y también del adulto. Se utiliza para canalizar el estrés y la ansiedad potenciando la respiración y la calma a través de la concentración. Para realizar este tarro necesitas pegamento, agua, champú y purpurina. El tarro tiene un efecto hipnótico que le ayudará a controlar sus rabietas para sentirse bien. Debe de utilizarlo acompañado por ti.
  • La mesa de la paz. La mesa de la paz es muy útil para gestionar el conflicto y enfado de tu hijo de manera respetuosa. Se trata de un lugar en el que los niños y también los adultos pueden hablar para intentar resolver un conflicto. Lo único imprescindible en esta mesa es el objeto que actuará como mediador, y que a ser posible será un objeto que simbolice la paz. El hecho de respetar el turno de palabra es un punto clave para resolver el conflicto.

Después de todo, quiero decirte que gestionar las rabietas no es algo que funcione de forma mágica de un día para otro, sino que lleva tiempo y práctica.

Al principio puede que te cueste un poco poner en práctica esta habilidad, pero si eres consciente que quieres ayudarle, lo conseguirás y además disminuirán el número de discusiones entre vosotros.

Dale cariño, amor y seguridad y olvídate de las rabietas.

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Un abrazo,

Miren

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